Los frigoríficos en hospitales son esenciales para el almacenamiento seguro de medicamentos, vacunas y muestras biológicas. Garantizar su durabilidad y eficiencia es clave para evitar pérdidas y asegurar la seguridad de los productos. Aquí se describen las mejores prácticas para prolongar su vida útil.

Seleccionar frigoríficos certificados para uso médico, con tecnología avanzada de control de temperatura, es crucial. Además, es importante asegurarse de que tengan la capacidad adecuada para las necesidades del hospital, evitando sobrecargas.

Realizar mantenimiento preventivo, como limpiar el condensador y revisar los sellos de las puertas, es fundamental para evitar sobrecargas y garantizar el buen funcionamiento. Se recomienda también un monitoreo constante de la temperatura y revisiones técnicas anuales.

Colocar los frigoríficos lejos de fuentes de calor y con suficiente ventilación ayuda a evitar sobrecalentamientos. Además, deben estar en superficies niveladas para evitar daños en el motor.

Evitar la sobrecarga y mantener una organización interna eficiente permiten una buena circulación del aire. También es importante minimizar la apertura de las puertas para reducir la entrada de aire caliente.

Usar sistemas de monitoreo continuo y registrar las temperaturas ayuda a identificar fallas tempranas. Un análisis de las tendencias permite tomar acciones preventivas ante posibles fluctuaciones.

Capacitar al personal en el uso adecuado de los frigoríficos, en la gestión de emergencias y en el mantenimiento básico contribuye a prevenir errores y fallos técnicos.

Contar con generadores de emergencia y sistemas UPS protege a los frigoríficos durante cortes de energía, evitando daños al equipo y a los productos almacenados.

Siguiendo estas prácticas, los hospitales pueden asegurar el buen funcionamiento de sus frigoríficos, alargar su vida útil y garantizar la seguridad de los productos almacenados.

Te recomendamos